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ciclo de cine solidario "Abrazándose a la Vida".

Desde primeros de mayo se celebra en la localidad el ciclo de cine solidario "Abrazándose a la vida" que la asociación Solman lleva desarrollando once años. En esta ocasión, junto con el colectivo local Tierra Solidaria de Castilla La Mancha y en colaboración con el Ayuntamiento de Miguelturra, las proyecciones se han podido visionar en la localidad, todos los miércoles en el Cine Paz, a partir de las 21:00 horas.

La venta de entradas tiene lugar en taquilla al precio de tres euros y también se han puesto a la venta abonos de diez euros para todo el ciclo. Lo recaudado, por parte de Tierra Solidaria de Castilla La Mancha, se destinará a un comedor para niños huérfanos y maltratados de la localidad de Sucre (Bolivia). En el caso de Solman, se dirigirá también a un comedor para niños huérfanos en Malí.

El ciclo, que llega a su fin este miércoles 31 de mayo, se cierra con "Vete y vive", dirigida por Radu Mihaileanu, premio del público en el Festival de Berlín y desarrolla la historia en la que la apuesta por una vida más segura hace renunciar la convivencia de una madre con su hijo. Éste, convertido en una auténtica Torre de Babel humana, siempre soñará con encontrarla de nuevo.

A continuación puedes leer una crítica / sinopsis de la película que se proyectará y que ha tenido una gran repercusión en la 55 Bernilale, a cargo de Julio Rodríguez Chico y extraída de labutaca.net.


"A la luz de la luna".

En 1973, el gobierno israelí organizó la Operación Moisés para tras-ladar a Jerusalén a millares de judíos etíopes que se encontraban en campamentos de refugiados al sur de Sudán: eran descendientes de la reina de Saba y del rey Salomón, los únicos africanos negros y ju-díos, y ya antes habían tenido que luchar por la supervivencia en me-dio de la persecución musulmana.

Este es el marco para la historia de un niño a quien su madre obliga a simular que es judío para irse en una de esas expediciones de "repatriación" organizadas, y sobrevivir al hambre y la enfermedad. Su llegada al mundo civilizado, su inculturación judía, su segregación racial o su desarraigo existencial sólo podrán ser soportadas gracias a la luz de la luna, donde el niño-joven encuentra el amor de una madre que le prohibió volver hasta que no se hubiera convertido en un hombre situado en la vida.

El rumano Radu Mihaileanu ha logrado una auténtica epopeya sustentada en el amor recíproco que una madre y su hijo se tienen, separados por las circunstancias pero unidos íntimamente por otra realidad más profunda e inefable. Pero es también una llamada a la tolerancia desde la injusticia cometida sobre los etíopes, unas veces no aceptados entre sus correligionarios judíos por el color de su piel o por su condición de cristianos, y otras menospreciados por la comunidad internacional debido a su pobreza y nulo interés socioeconómico.

El joven protagonista de la historia tendrá que hacer frente a su odisea particular, siempre con el pensamiento en su madre y con la esperanza de poder cumplir su promesa y volver a verla.

A través de una mirada llena de expresividad, reconocemos los sentimientos de culpa del pasado, los recelos y dificultades de integración en la familia judía que le adopta, sus primeros amores juveniles que tropiezan con prejuicios raciales, su implicación en una cultura de guerra entre las hostilidades palestinas, y una mentalidad que no alcanza a entender la ceguera de quienes no saben vivir en paz y amar: es algo que él ha aprendido prematuramente y que ha anhelado desde niño, y algo sobre lo que no está dispuesto a renunciar cuando el entorno le invita a olvidar.

El atractivo de la historia es suficiente para atrapar al espectador, interés que aumenta merced a un vigoroso arranque, lleno de realismo y emotividad: en la primera escena asistimos al dolor de una madre que pierde a su hijo entre sus brazos, a otra que renuncia al suyo de manera heroica, y contemplamos a unos personajes con un ejemplar sentido de la solidaridad. Y todo ello con una bella fotografía e imágenes de gran fuerza visual, que sirven para que el espectador se decida a acompañar al joven Schlomo por los difíciles caminos que le esperan. Escenas emotivas se entremezclan con otras dramáticas, para dar relieve a una vida de desarraigo pero sostenida por la esperanza, la de alguien que lucha por no olvidarse de su origen pero que tampoco quiere renunciar a las posibilidades que se le abren.

Al original planteamiento se suman unas interpretaciones frescas que dan autenticidad al relato, sobre todo por parte de los actores que interpretan a Schlomo en sus diferentes etapas: cada uno vive los dramas de su personaje sin histrionismos ni excesos dulzones, y aporta toda la fuerza de la verdad histórica y personal. Al final, resulta una película honesta y valiente, muy humana y entrañable, que trasmite fuertes sentimientos y convicciones sin dejar de recoger la crudeza social y política de situaciones deplorables pero reales.

No es extraño que esta joya se llevara en el pasado Festival de Berlín el Premio del Público, porque sencillamente llega al espectador, siempre deseoso de que se le muestren realidades humanas creíbles y verdaderas, de poder identificarse con los buenos sentimientos de quien se abre camino entre las dificultades, y de descubrir mundos lejanos y ajenos que se convierten en próximos en la pantalla.

Es una pena su escasa distribución y promoción, porque los pequeños errores de guión o en el dibujo de los personajes secundarios no quitan para que nos encontramos con una gran película que interesará a un público amplio".