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Bajo el título de “Miguelturra no merece esto” los componentes de la Junta de Gobierno expresan su inconformidad.

La Junta de Gobierno de Hermandad del Cristo de la Piedad califica la actitud del párroco de impresentable y soez.

La Junta de Gobierno de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Piedad ha presentado una carta a los medios de comunicación locales en la que se califica como “impresentable y soez” la actitud que mantuvo el párroco, D. Esaú de María Ramírez, en la procesión del Viernes Santo con la Hermandad. Bajo el título de “Miguelturra no merece esto” los componentes de la Junta de Gobierno expresan que el párroco “protagonizó el hecho más lamentable del que se tiene noticia en este pueblo, incluso en la época más fuerte de la dictadura”.

La carta expone como antecedentes de lo acontecido la noche del viernes santo que “como cada año, con motivo de la Semana Santa que en Miguelturra, g.a.D. en todos los órdenes, tanto litúrgico, como procesional debido a las Hermandades, Cofradías y pueblo en general ha experimentado un auge espectacular, nos reunimos con el citado Sr. Cura párroco para una puesta a punto referente a los actos a realizar. Este año, como en anteriores, empezó a poner toda clase de pegas y obstáculos a todo lo que las Hermandades iban a poner en práctica, especialmente a la Hermandad del Stmo. Cristo de la Piedad.

La Hermanad del Cristo de la Piedad, que en la tarde-noche del Viernes Santo procesiona con su Titular y dos pasos más, viene haciendo desde hace veinticinco años un acto sencillo y emotivo con sus imágenes que ya se ha convertido en tradición y es un breve encuentro con el Stmo. Cristo de la Piedad y Ntra. Sra. de las Angustias. Este año, el citado Sr. Cura Párroco amenazó veladamente y por “decreto ley” (suyo) que no se realizase dicho encuentro ateniéndose como excusa (siempre según él) a una Normativa Diocesana del año 2001, por la cual el Sr. Obispo prohibía en toda la Diócesis una serie de actos en toda la Semana Santa, entre ellos los encuentros”.

El texto, suscrito según fuentes de la propia Hermandad por todos los componentes de la Junta de Gobierno, señala que ante la realización de los encuentros en escenarios como la Catedral de Ciudad Real, en la procesión del martes santo, “en la noche del Viernes Santo nos dispusimos a realizar el tradicional encuentro. No era de extrañar que el Sr. Cura Párroco se retirase en mitad de la procesión, a lo cual ya nos tiene acostumbrados o que en la citada procesión en un momento dado la recorra de un extremo a otro voceando e insultando a penitentes, costaleros y a cuantos se pongan por delante, haciendo un ridículo espantoso.

Cuando el titular de nuestra Hermandad se encontraba ante el templo parroquial y el primer tramo de penitentes en el atrio de la iglesia (mujeres y niños principalmente), a la espera de la llegada de la imagen de Ntra. Sra., D. Esaú de Mª Ramírez, que se había escondido en la sacristía a vigilar, salió hecho una furia y comenzó a echar a empujones a niños y mujeres de la parroquia con la actitud de una auténtica fiera profiriendo insultos y amenazas, lo cual denota la catadura moral de este señor y que si en un caballero resulta de una bajeza educacional sorprendente, en un sacerdote y Párroco además de lo anterior, es de delincuencia espiritual. Cerró las puertas de la Iglesia de malas maneras y se encerró dentro de ella. Cuando acabó el acto del encuentro y viendo que las puertas no las abría, los componentes de la Junta de Gobierno de la Hermandad intentaron hablar con él, llamando a las puertas de la sacristía la cual no abrió y sí un pequeño ventanillo que hay en ella desde la cual haciendo caso omiso a la palabra y ruego de estos señores, decía que él mandaba allí y hacía lo que le daba la gana, que se quedasen en la calle o los llevásemos donde quisiéramos. Los ánimos se empezaron a caldear, pues en la plaza había cientos de personas y se empezaba a oír de todo: desde pegarle una patada a la puerta para entrar, hasta una vez dentro coger a este señor y..... Nos empezamos asustar, pues bien sabe Dios que, lejos de nuestro ánimo, era que se produjese cualquier acto censurable. Al cabo de un tiempo permitió que dos costaleros entrasen por la sacristía para abrir la puerta del templo parroquial y así pudimos entrar los pasos”.


La carta concluye con dos últimas consideraciones: “Estamos acostumbrados a que este señor protagonice actos zafios y lamentables desde que reside en nuestro pueblo, pero en el de la noche de este Viernes Santo, además de escabroso fue bochornoso. Creemos y estamos seguros que alguien debe poner freno a tanto desatino de un señor que ha perdido la compostura por completo y Miguelturra no merece esto”.