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Escrito por Emilio Aguirre Martín Gil.

Carta abierta a la Junta de Gobierno de la Hermandad del Cristo de la Piedad de Miguelturra.

La carta que nos enviado a la redacción de www.miguelturra.es dice textualmente lo siguiente:

Por las presentes quiero manifestaros mi mayor disgusto y rechazo a la carta que habéis mandado a los medios de comunicación, sobre la pasada Semana Santa, en la cual injuriáis al Párroco y a los acuerdos de las Junta de Hermandades de Semana Santa de Miguelturra.

Dentro de la Iglesia no se acostumbra a tales formas de protesta, de pataleo ni rechazo a las normativas emanadas en las distintas esferas de la responsabilidad, que a cada uno corresponde dentro de la Comunidad eclesial, desde el Obispo, los sacerdotes; pero también a los seglares, especialmente a los que por una razón u otra tienen puestos dirigentes en asociaciones o hermandades, como es vuestro caso.

De sobra sabéis, que las normativas del Obispado, publicadas hace varios años, emitieron con claridad sus reservas sobre ciertas prácticas en las procesiones y demás manifestaciones religiosas. En dichas normas se intenta corregir no pocos excesos, que más tienen que ver con el folklore (a veces importado de otras regiones), que con una expresión de auténtica fe cristiana.

Del interior de las personas no podemos juzgar; pero de las manifestaciones públicas sí es legítimo opinar e incluso emitir juicios. La Semana Santa se ha convertido en los últimos años en motivo de conflicto, no por los sacerdotes o la Jerarquía (a la que acusáis injustamente y con desafuero en la carta), sino por parte de las imposiciones y los hechos consumados de las Hermandades de algunos pueblos, incluida Miguelturra.

Afortunadamente son muchas las personas que no piensan ni actúan así. Ya son las mismas Hermandades las que empiezan a dar `pasos en otra dirección. Son numerosísimos los fieles que protestan ante las parroquias por esos abusos, que vosotros llamáis “tradiciones populares”. La liturgia no tiene que estar enemistada con las llamadas prácticas religiosas. Lo están cuando no se acomodan al espíritu religioso y evangelizador para el que fueron concebidas.

Por otra parte, son muchos los que, sin ser creyentes o muy religiosos, nos hacen llegar sus opiniones contrarias. No es así, dicen ellos, como nos vais a hacer creyentes. Es el ridículo y la chabacanería lo que nos aleja más de la religión, cuanto más del espíritu cristiano y del mismo Jesucristo, que dio latigazos a quienes habían convertido el Templo de Dios en algo muy distinto a casa de oración.

Las Hermandades, o anuncian a Jesucristo o no son cristianas. Más que les pese a quien fuere. La Iglesia tiene esa misión y no otra.

Espero que entre todos sepamos encontrar cauces de entendimiento y corrijamos los excesos.

Fraternalmente, Emilio Aguirre Martín Gil.