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El miguelturreño Darío González ha sido el ganador.

Comparte tus recuerdos, son únicos, es el concurso del Centro de Día de Miguelturra para nuestros mayores.

Darío González Bautista ha sido el ganador del concurso que la concejalía de Bienestar Social del Ayuntamiento de Miguelturra ha organizado a través del Centro de Día de Mayores denominado «Comparte tus recuerdos, son únicos».

Se pretendía que los mayores realizarán un texto libre sobre sus vivencias e intervinieran como protagonistas en un día tan especial. Así, podía participar cualquier persona mayor de 65 años, con dos textos como máximo y el tema versaría sobre vivencias presentes, recuerdos pasados, futuras esperanzas. Cuatro han sido los mayores que han participado en el concurso.

A las 5 de la tarde se llevó a cabo en el salón de juegos del Centro de Día la lectura y deliberación del jurado que estaba formado por la concejala de Bienestar Social, Victoria Sobrino García, la directora del Centro de Día Marisa Gómez, la animadora sociocultural, Vicky Prado, dos miembros de la asociación de jubilados, José Díaz y Marcela Gómez, y dos miembros del comité de voluntariado del Centro, Maria Ocaña y José Rodrigo.

Así, Victoria Sobrino obsequio con un diploma y un detalle, al igual que al resto de los participantes, a Darío González Bautista ganador del concurso.

Las bases indicaban que su extensión podía ser menor de 10 líneas ni mayor de dos páginas en formato carta. El plazo de presentación de estos textos se realizo antes del 29 de septiembre, en sobre cerrado con nombre y apellidos, edad, domicilio, y teléfono de contacto y se entregará en el Centro de Día.

Hay que decir que además del diploma el premio consiste en la publicación en la página Web del Ayuntamiento, en el periódico y en la radio local,… los tres primeros textos ganadores.

Aunque, el Centro podrá publicar otros textos no premiados. Marisa Gómez directora del Centro de Día explico en su momento que al ser los propios mayores a los que se les proporciona protagonismo se le abre una forma cercana de comprensión.


Anexo Web:

Como bien dice la noticia miguelturra.es publica el texto del ganador de este certamen Darío González, el cual les dejo a continuación para su lectura y consulta, no sin antes agradecer a todos los participantes de este certamen y animar a quiénes quizás se quedaron dubitativos a la hora de participar, a que en siguientes certámenes similares nos hagan partícipes de sus historias y memoria viva.



TEXTO GANADOR:

Voy a tratar de hacer la crónica de un hecho acaecido justamente hace setenta años. Este suceso no me lo ha contado nadie, me sucedió a mi mismo.

Allá por el otoño de 1936, en plena guerra “incivil”, mi familia (compuesta por mis padres, cuatro hermanos y yo), vivíamos con mis abuelos maternos en su casa, además de una ti amia viuda y su hija. Mis abuelos tenían un hijo en Madrid, que por esas era capitán de un cuerpo mecanizado de la república llamado “Cuerpo de Tren”.

El caso es que mi tío Juan que así se llamaba, trajo a su mujer a casa de sus padres (que eran claro esta mis abuelos) para que descuidara, que era como entonces se llamaban al acto de parir, porque en el Madrid sitiado, no era un sitio muy tranquilo.

Mi tío vino en un coche que a mi me pareció un cochazo, y que posiblemente sería el primero que vieran mis ojos. En aquellos tiempos el hecho de que un joven viniera de Madrid al pueblo en un coche (tendría mi tío 26 años) resultó ser todo un acontecimiento. Mi tío, algunas vecinas jóvenes y una prima suya decidieron celebrar su llegada pasando la tarde en Ciudad Real, y me llevaron con ellos.

Cuando llegamos a Ciudad Real, oí dentro del coche una voz que no era e ninguno de los que íbamos, que decía o yo creí entender que estábamos en Ciudad Real. Yo pensé “que coche mas listo” pero debió de ser la radio anunciando “aquí radio Ciudad Real”.

Para pasar a Ciudad Real había que cruzar la vía férrea por un paso a nivel, y en aquel momento estaba un tren haciendo maniobra por lo que la barrera estaba bajada y hubo que detener el coche.

En ese momento se escuchó el zumbido del motor del avión, el maquinista estaba asomado al lateral de la locomotora y al ver el avión dijo: “es de los nuestros”, pero el vehículo aéreo dio media vuelta y soltó tres bombas, que debieron ser pequeñas porque el estruendo no fue muy grande.

Al ver esto, nos bajamos del coche y nos metimos en la caseta del guardabarrera que era, poco mas que una choza. Yo me dije a mi mismo; “¿qué garantía ofrece esta caseta para una bomba?”, así es que sin decir nada salí de allí y me fui campo a través hacia la huerta del valenciano, que después ha sido la vaguería de Vidal. Y es que yo pensaba que al avión no se le ocurriría ir al campo a por mi.

Cuando me parecía que ya se marchaba y me disponía a regresar a la caseta, el avión volvió y soltó otras tres bombas. Así atravesando el campo por una viña que estaba donde ahora se encuentra la fábrica de piensos Biona, llegué a la carretera.

Allí había un hombre con una burra que iba a por agua a Ciudad Real y que estaba tumbado boca abajo en la cuneta, me dijo;”chico túmbate aquí”, pero yo tenía tanto miedo que eché a correr y no paré hasta que llegué a mi casa.

Mi abuela me pregunto; “¿pero es que te vienes?” y le conté que estaban tirando bombas en Ciudad Real, por lo que el susto que les di a mi abuela y a mi madre fue morrocotudo. Cuando se marchó el avión y no me encontraron, los demás que pensaban pasar una buena tarde al no encontrarme se volvieron para el pueblo.

Lo mas gracioso es que yo llevaba unos zapatos que me había hecho mi tío Periquillo y me hacían mucho daño pero ni siquiera los noté.


Darío González Bautista.