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Dentro de la sección Costumbres Populares que refleja semana tras semana supersticiones, usos, costumbres actuales que tiene vigencia desde hace mucho mucho tiempo en nuestra sociedad.

El uso de los Colores a través del tiempo en la sociedad.

El fetichismo de los colores es uno de los usos supersticiosos más antiguos. En el libro bíblico de los Números, para que los israelitas no olvidaran los favores concedidos por su dios se les ordenó colocar en los rebordes del manto franjas o cintas de color azul para que la verlas les vinieran a las mientes los mandamientos del Señor.
De ese pasaje derivó luego el uso de llevar una cinta azul como remedio a ciertas enfermedades. Y en el mundo clásico, cuenta Platón que se echaba mano de las habas negras y blancas para elegir a los magistrados; la blanca era positiva, y la negra negativa.

También se recurrió a las piedras de esos colores o chinas de río: a quien le tocaba la negra se le declaraba culpable o se le impedía el acceso a un cargo. Los colores blanco y negro fueron tenidos por signo de felicidad o suerte adversa.
En la leyenda de las Parcas, encargadas de hilar la vida de los hombres, estas diosas usaban lana blanca para conceder vida feliz y larga y negra par la existencia breve y desdichada.

Desde antiguo, ver un pájaro blanco barrunta desastre; lo mismo se dijo de los gatos de ese color, a pesar de ser los negros los que acaparan la mala fama. En cuanto a los perros, se cree que tres perros blancos juntos dan suerte, sobre todo vistos antes del mediodía; y en lo referente al caballo, es antigua opinión que da mala suerte si tiene las patas blancas.

También las piedras blancas son funestas: los celtas no permitían su presencia en un barco porque la experiencia les había enseñado que las naves que llevaban a bordo aunque sólo fueran usadas como lastre, naufragaban.

El color blanco denotó en la Antigüedad falta de salud e ignorancia. Entre los caballeros medievales, los códigos del amor cortés hicieron del color un referente importante de la vida amorosa; hubo un lenguaje que lo utilizó como elemento simbólico.

En los torneos, si un caballero llevaba el verde en su atuendo mostraba su esperanza en conseguir el favor de su dama; si vestía de azul, todos sabían que estaba celoso; si aparecía el amarillo, el caballero aireaba su desesperación. Por entonces, traer buena o mala suerte con respecto al color se refería a esa circunstancia.

También en combinación con las demás propiedades atribuidas a las piedras preciosas o elementos orgánicos tuvo el color un papel primordial; se cree que el coral rojo palidece o pierde intensidad en manos de una mujer; el coral negro es amuleto singular, aunque las brujas utilizan más el coral blanco.

En el mundo de la cosmética, el color jugó papel próximo a la religión y a la magia. Mil años antes de que Cleopatra sombreara sus ojos en tonos verdes, la mujer egipcia pintaba sus labios de negro con reflejos azulados; daba tonos rojizos a manos y pies y señalaba las venillas de sus pechos con azul mientras se daba a los pezones una capita dorada.

En la vida y en la muerte el color fue una obsesión. Colorear labios, cara y cuerpo es práctica heredada del hombre del neolítico, que lo conectó con la magia. También los íberos se pintaron en su tiempo, y sus labios fueron rojos como el carmín, color divino, de exuberancia vital, de fuerza y poderío.

Por ese simbolismo universal los reyes de la antigua Persia se aficionaron a pintarse los labios: Astiajes ponía rayas de color bajo sus ojos y daba carmín a su cara. No es que el rey fuera equívoco: su status regio lo exigía. Eran formas de marcar el poder y de situarse en el plano de la divinidad. Unos colores evitaban el mal de ojo y el infortunio, mientras otros parecían propiciarlo. El hombre jugó con los símbolos antes que con las ideas, y todavía en el siglo XIX las elegantes aseguraban que un vestido verde subido no traía buena serte. A un actor no sólo le aterroriza el color amarillo, sino también el verde y el violeta, por ser éste el color de la Cuaresma, tiempo en el que los espectáculos profanos estaban prohibidos; en cuanto al verde, no se comía ensaladas en vísperas de estreno porque la lechuga es de ese color.

Como todos sabemos combinado el color con las flores arrojan distintas interpretaciones supersticiosas, algunas muy antiguas. Sobre las flores blancas corren infinidad de supersticiones, y se les atribuye capacidad de atraer infortunio y en algunos casos incluso la muerte: a nadie se le ocurriría llevarlas a un enfermo, a quien hay que obsequiar con flores rojas: las blancas sugieren agravamiento, y las rojas recuperación y vida nueva, por eso son expresión del amor y se dan como presente a una novia, mujer, etc.

Las flores púrpura traer suerte en asuntos de dinero, y las amarillas protegen la casa. Entre los usos epistolares, es antigua la creencia de que en una carta sentimental no conviene emplear tinta negra, y en ningún caso roja: el color ideal en estos casos es el azul.

Más reciente es la superstición alusiva a la noche vieja según la cual para asegurar salud, dinero y amor en el año que comienza se coloca en la mesa tres cintas de color amarillo, rojo y verde y se recomienda vestir una prenda interior de color rojo las últimas horas del año para empezar con buen pie el siguiente. Es asimismo sabido que entre los toreros de principio de siglo, los toros de divisa azul fueron tenidos por cenizos.

Es voz latina, del término homógrafo ‘color’, con un amplio espectro significativo: color, lozanía, salud, brillo, belleza. Se emplea desde los orígenes del idioma.