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La resaca del pasado martes, día grande del Carnaval churriego, causó bajas en el sepelio de la sardina, en el que no faltó originalidad.

Tímida despedida de los allegados y allegadas a la Sardina en Miguelturra.

"Tenía 24 años la pobre, era virgen y sufrió un derrame, con lo joven que era...", pero también "debido a lo mayor que ya estaba y al reúma que padecía desde hace años se veía venir, nada se podía hacer por ella".

Los miguelturreños consultados ayer por La Tribuna y las máscaras mayores no se pusieron muy de acuerdo en acertar en la personalidad de la fallecida, a la que ayer acompañaron en su sepelio. Sin embargo, tenían claro que se trataba de la sardina y que su entierro es uno de los actos por excelencia de los carnavales de su municipio. De azul y plata, y llevada a hombros por cuatro jóvenes, comenzó su tradicional recorrido entre llantos, risas, y música carnavalera, ante la mirada de los ciudadanos que salieron a la calle y a las puertas de sus casas a despedirla.

No más de medio centenar de personas acompañaron a Doña Sardina en su viaje sin retorno hacia la explanada del Palacio del Carnaval. Y es que, la resaca del día anterior (el martes fue el día grande de las fiestas churriegas, con la máscara callejera como estandarte) se hizo notar entre los presentes y provocó bastantes bajas. Ni el tiempo primaveral que volvió a protagonizar ayer el quinto día de los carnavales fue suficiente para sacar a los miguelturreños de su descanso, en un día de fiesta local.

"Suele pasar todos los años, el martes hay mucho movimiento y prácticamente toda Miguelturra sale a la calle, de hecho a las 9.00 horas de ayer la carpa continuaba abierta", explicó a este medio la concejala de Festejos, Esmeralda Muñoz, que, junto a las máscaras mayores de 2008 y las de este año, encabezó enlutada la comitiva por las calles de la localidad.


Originalidad.

Nadie faltó de los que ya habían confirmado su presencia en el sepelio a la familia de Doña Sardina. Cardenales, curas, monjas, señoras con pamela y altos tacones, prostitutas soportando el peso de su no deseado embarazo, sus chulos y gentes de todos los estamentos sociales acompañaron apenados a la sardina, mientras la bisabuela de ésta (un señor ataviado con peluca, pañuelo negro, falda y medias oscuras) hacía de tripas corazón para dedicar unos segundos a este medio: "Ha sido muy duro y las últimas noches para la familia han sido las peores, pero ella ya es dichosa...".

Patri Domínguez y Julián Gómez (máscaras mayores de este año), junto a las del pasado 2008, Julián Morgotón y María Nieves Patón, se enfundaron en el luto para acompañar a los componentes de la peña local La Cabra, organizadora este año del entierro de la sardina, a los que el Ayuntamiento ayuda con una subvención económica.
Aunque el sepelio sirve para que Don Carnal ceda paso a Doña Cuaresma y concluyan así los días de jolgorio y antifaces, las máscaras mayores tenía muy claro que quedan "muchos días de juerga" en Miguelturra, de los que todavía hay que disfrutar.

Destacaron de su fugaz, aunque interesante reinado, los buenos ratos que están pasando estos días, además de que las actuales máscaras mayores resaltaron para este periódico los "buenos consejos y apoyo" que están recibiendo de sus antecesores.

Como todo principio tiene su fin, la sardina llegó finalmente a encontrare con su destino. Una vez la comitiva entró en el Palacio de Carnaval, se procedió a la quema de la difunta, con cuyas brasas se asaron sardinas para deleite de los presentes en el duelo.

El entierro de la sardina cuenta con su propia simbología, como otras tantas fiestas del calendario. En este caso, es la expresión simbólica de lo ocurrido, del pasado, que va a ser enterrado. Así, hay que eliminarlo y destruirlo (a través de las llamas) para que pueda renacer con mayor fuerza una sociedad nueva ya transformada. Poca conciencia se tiene ya de un acto que nació para representar y "quemar" los vicios, el desenfreno y los sentimientos de liberación que surgen durante la fiesta en honor a Don Carnal.

De hecho, ajenos a la simbología, los miguelturreños, como tantos vecinos de otras latitudes, continuarán estos días agotando los últimos cartuchos de sus carnavales, que concluirán el domingo con el Concurso Regional de Murgas, Comparsas y Carrozas, gracias al que las calles del municipio volverán a llenarse de color, música y alegría.


Fuente información e imagen Nieves Sánchez / latribunadeciudadreal.net.