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Supersticiones alrededor de La Herradura.

Este amuleto universal, de origen campesino servía para protegerlo todo, y tuvo entre los antiguos acogida como favorecedor de la suerte. Al parecer fueron los griegos quienes lo introdujeron en Occidente, y desde el siglo V antes de Cristo ha simbolizado la buena ventura.

Su poder mágico reside en el hierro del que está hecho, mineral que ahuyenta el mal de ojo, y en su forma de cuarto creciente, símbolo de fertilidad y fortuna.

Entre los ornamentos romanos, griegos, asirios y egipcios son muchos los que tiene forma de herradura; también los chinos dieron a sus tumbas esa forma, origen del gusto árabe por el arco característico de su arquitectura. Asimismo se cree que su fama tiene que ver con la relación íntima con el caballo, animal portador de buena suerte.

Entre las explicaciones sobre su poder, una leyenda del siglo X cuenta que al herrero Dunstan, más tarde arzobispo de Canterbury, le pidió un individuo que le herrara los pies, ante cuya petición se apercibió de que se trataba del demonio, al que logró arrancarle la promesa de que nunca entraría en choza o palacio cuya puerta tuviera una herradura, por lo que desde entonces es, junto a crucifijos y ajos, conjuro eficaz contra el Maligno.

De hecho, los herreros que forjaban esta pieza tuvieron fama de magos tanto en Rusia como en el norte de África o Etiopía, donde era oficio ejercido por los falashas, descendientes de los judíos. En aquella edad poblada de brujas la herradura se convirtió en ayuda sobrenatural que era frecuente encontrar en el dintel de las puertas donde servía de picaporte y talismán.

También se utilizó para encerrar brujas y reducir vampiros, en cuyo ataúd era clavada para evitar que salieran e incordiaran a los vivos.

También en Roma se le dio un doble uso; como refuerzo del caso del caballo, y como talismán. El Cristianismo heredó la tradición grecolatina, aunque bautizando la leyenda, pasándola por su tamiz, como hemos visto. Para que el conjuro surta efecto la herradura debe estar colocada hacia arriba, haber sido hallada casualmente y tener un número impar de agujeros. Se sabe que poseía una así el presidente de los Estados Unidos Harry S. Truman.

Es voz latina, de ferrum = hierro, por ser de ese metal, de donde se dijo ferratura = ferradura. Se lee con el Cantar del Mío Cid: “Entrados son a Molina, buena e rica casa; el moro Avengalvón bien los sirvie sin falla, de quanto que quisieron no ovieron falla, aun las ferraduras quitar gelas mandava ....”.