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Consejos de salud ofrecidos a ustedes por la Clínica Médica Tecnomédic.

Obesidad y Salud. Breve introducción y acercamiento a una patología propia del mundo desarrollado.

La obesidad se trata de un trastorno del metabolismo, por el cual existe un depósito anormal de grasas en ciertos niveles, fundamentalmente bajo la piel, en el llamado “panículo adiposo” y también, en órganos y vísceras recubriéndolos de un manto graso con trastornos para su función. Se debe, fundamentalmente, al desequilibrio entre ingesta de alimentos y la pérdida o la llamada “quema de energías” por parte del metabolismo, así, en términos generales la obesidad sería y se produciría por un incremento con relación a las necesidades calóricas de esa persona.

Automáticamente, si el organismo detecta que existe un exceso de aporte calórico respecto a la disminución del gasto energético que supone el ejercicio físico o la actividad física diaria en general, se produce y se pone en marcha una serie de mecanismos hormonales generalmente a través de la insulina para el depósito de la energía sobrante en forma de grasa.

Efectivamente, la insulina es una de las hormonas involucradas en el balance energético entre ganancias o aporte calórico y pérdidas energéticas.

La insulina es una hormona que se produce en el páncreas, concretamente en las células Beta de ésta víscera. Ésta hormona, puede ser definida como la llave que abre la “puerta” para dejar entrar en la célula fundamentalmente azúcar (glucosa), además, se sospecha que introduce o ayuda a introducir otras substancias como aminoácidos, que son los principios más elementales de las proteínas. También sucede esto con otros nutrientes.

Si debido al aumento de la ingesta el organismo produce un exceso de insulina, para mantener normales los niveles de glucosa en sangre, es cuando se incrementa la producción de esta hormona y se produce el depósito graso en los tejidos, es por tanto, la primera hormona lipogénica, es decir, la generadora de grasa del organismo.

Un parámetro importante para la definición y conocimiento del estado nutricional del individuo es el Indice de Masa Corporal (IMC). Este supone la relación existente entre peso y talla:

- Siendo normal entorno a 20 y 25
- Se considera como sobrepeso entre 25 y 30
- Obesidad , entre 30 y 40
- Gran obesidad u obesidad mórbida, a partir de 40 y, generalmente, hasta 60.
Estos últimos parámetros, traen graves consecuencias para el organismo, como puede ser, para el sistema cardiovascular, a cualquiera de sus niveles, tanto periférico como central.

Por ejemplo, en el caso del corazón, en las arterias coronarias el depósito de grasa o ateromatosis supone la obstrucción total o parcial de las mismas, con la repercusión para el miocardio (el músculo cardíaco) de su aporte sanguíneo y, por lo tanto, su aporte de oxigeno y nutrientes para la función miocárdica, es decir, para la función cardíaca de bombeo de sangre al resto del organismo.

También, a otros niveles, como el aparato circulatorio en la que se produce como en el corazón, depósitos de grasa denominados “ateromas”, que con el tiempo si se organizan y calcifican, aparecerá la arterioesclerosis o endurecimiento de las arterias, lo que supone la disminución del aporte sanguíneo a ésos tejidos tanto periféricos como centrales. Estos últimos, son considerados el sistema circulatorio cerebral, pudiendo causar trastornos de tipo accidente cerebrovascular o trombosis, puesto que la pared vascular se encuentra alterada y es más factible la aparición de trombos o coágulos y émbolos, que van a producir trastornos neurológicos como hemiplejías y otros deficits neurológicos como trastornos en el lenguaje y cognitivos. Todo ello debido, a la aparición de éstas placas en las arterias cerebrales.

A otros niveles periféricos, como por ejemplo las piernas, en el que se producen alteraciones circulatorias que aparecen como manchas en la piel y que son debidas a alteraciones tróficas de la misma, como la llamada “claudicación”. Así, el paciente siente la necesidad de pararse, de vez en cuando, cada vez que va caminando, por el dolor que siente debido a la disminución del aporte sanguíneo y de oxígeno a los tejidos periféricos.

Dentro de los trastornos cardíacos que produce la obesidad y como consecuencia de la obstrucción total o parcial de las arterias coronarias, se produce, como decía antes, una alteración en la oxigenación del miocardio, lo que lleva a problemas en la fisiología del corazón, como arritmias, angina de pecho, que es una reducción simplemente del oxigeno al músculo cardíaco, y, el llamado “infarto de miocardio”, en el que hay una muerte o necrosis de células cardíacas, irrecuperable con los trastornos futuros del funcionalismo cardíaco, comprometiendo seriamente la vida.

Otra de las consecuencias de las alteraciones ateromatosas y/o arterioescleróticas de los vasos periféricos, a parte de la claudicación antes mencionada, es que la pared vascular se encuentra alterada, concretamente el endotelio, por lo tanto, va a haber una tendencia a la formación de coágulos a ésos niveles periféricos: pies, piernas, etc…dando lugar a la formación de coágulos y por lo tanto de émbolos, es decir, coágulos que se desprenden de la pared vascular alterada y se transportan por el sistema circulatorio yendo a alojarse en vasos de menor calibre, produciendo una obstrucción, generalmente total, del vaso afectado con su consecuente necrosis del territorio vascularizado, produciéndose trastornos como la trombosis pulmonar con edema agudo de pulmón, que se caracteriza entre otras por disnea o sensación de falta de aire, con sus repercusiones cardíacas debido a la estrecha relación vascular que existe entre pulmón y corazón.

También a nivel central, o cerebral, la formación de tromboembolias, como consecuencia de ello se produce la muerte del tejido neurológico o infarto cerebral, con sus consecuencias, los deficits neurológicos de todos conocidos, por ejemplo la hemiplejia, que es la paralización de la mitad del cuerpo. Las secuelas en muchas de las ocasiones son irreversibles y limitan en el fututo la vida y la calidad de vida del paciente.

Hemos hablado de las placas de grasas o ateromas, si persisten en el tiempo, se va a producir una organización de esta materia grasa a través del calcio, del fibrinógeno y del colágeno, dando lugar a estructuras mucho más consolidadas que van a tener como consecuencia la aparición de arterioesclerosis.

Si bien la placa de grasa es reversible, a través de dieta o de medicamentos, que reducen el nivel de colesterol, la arterioesclerosis es de peor resolución y, en algunos de los casos, se requiere la intervención quirúrgica para la “limpieza” de la pared vascular, como sucede en arterias fundamentales como las carótidas que van a suministrar sangre, oxigeno y nutrientes al cerebro.

Existen otros trastornos metabólicos y endocrinos (hormonales) que van a llevar a la aparición de obesidad, como son : el hipotiroidismo, es decir, la disminución de la función tiroidea con la consecuente disminución de la producción de la hormona tiroidea o tiroxina, apareciendo bocio en alguno de los casos y mixedema, que es el depósito de grasa y otras sustancias (mucopolisacáridos) en la piernas, formando hinchazón y edemas, y un enlentecimiento del metabolismo, con lo cual facilita la obesidad.

Otra enfermedad es el síndrome de CUSHING, que supone un aumento de los corticoides en sangre a través del aumento en la producción de los mismos por las cápsulas suprarrenales, glándulas que se encuentran sobre los riñones y que tienen otra serie de funciones endocrinas, como la producción de testosterona, otras hormonas sexuales, adrenalina y sus derivados, etc….

La enfermedad de CUSHING se caracteriza, por lo tanto, por un aumento de los corticoides en sangre, tanto en una forma endógena (de la glándula) como exógena, es decir, por la administración de cortisona para el tratamiento de otras enfermedades generalmente de tipo reumático.

Las consecuencias suelen ser, retención de líquidos y aparición de edemas y un catabolismo proteíco, destrucción de las proteínas, generalmente de tipo muscular, produciéndose una atrofia muscular generalizada que se manifiesta en extremidades, brazos y piernas, con su consecuente adelgazamiento, y que se caracteriza también, por
un aumento del depósito graso a nivel del tronco. Este depósito graso va a producir un aumento del volumen del tronco, apareciendo unas estrías, por estiramiento de la piel, que, a diferencia de las estrías por obesidad simple, que son blanquecinas, en éste último caso, son de un rojo vinoso. En este síndrome, existe también el llamado “ lomo de búfalo “, en el que aparece un depósito de grasa en el espacio que hay entre hombros y base del cuello. Otra de las características es la “cara en luna llena”, llamada así, por su aspecto de redondez facial.

Otra enfermedad asociada a la obesidad, es el síndrome de PICKWICK, también conocido como “acnea del sueño”. Resumiéndolo en dos palabras, es la asociación entre obesidad e hipoventilación pulmonar con trastornos del sueño.

Asociada también a la obesidad está también la hipertensión arterial, producida, entre otras causas, por el cúmulo de líquidos.

Existen factores psicológicos que propician la obesidad, así en personas que padecen ansiedad o depresión, comen rápidamente y de forma compulsiva, incluso sin sensación de hambre.

Como consecuencia de todo lo expuesto, la obesidad se trata de un proceso morboso o patológico, peligroso por las repercusiones metabólicas y cardiovasculares que tiene. Y, por lo tanto, no debe ser considerado como una mera cuestión de estética, sino que también debe contemplarse como un problema de salud. Una enfermedad con una solución, fundamentalmente, médica.

El tratamiento, obviamente de la obesidad, en términos generales, es a través de la dieta. Es decir, la reducción del exceso en la ingesta de substancias energéticas que van a producir un exceso de energía con su posterior depósito graso. Y, por otro lado, la incentivación del ejercicio físico.

Por lo tanto, debemos llegar a un balance entre pérdidas y ganancias, que al principio debe ser negativo, en el que se incrementen las pérdidas, fundamentalmente a través del ejercicio físico, y la disminución de la ingesta de alimentos a través de dietas hipocalóricas en el caso de que todos los parámetros sean normales (colesterol, triglicéridos, ácido úrico y hormonales). Si existiesen alguna alteración de éstos parámetros, la dieta no debe ser única sino que ésta debe ser personalizada, según los trastornos metabólicos que el paciente presenta. Por ejemplo, no es lo mismo un aumento de glucosa en sangre, muchas veces asociadas a la obesidad por ingesta de dulces, que es la llamada “diabetes hiperazucarada”, que un aumento de colesterol o triglicéridos.

El colesterol, se trata de otra grasa, que dentro de límites normales, es decir entorno a los 200mlgr% es necesario y beneficioso para el organismo pues, entre otras de sus funciones, forma parte de las substancias que contiene la bilis, cuya función es emulsionar las grasas para la mejor actuación de una encima, la lipasa pancreática,
contribuyendo ésta a la digestión de grasas provenientes de la dieta y su asimilación por el organismo.

Se ha dicho del colesterol que existen dos tipos, “el bueno”, también conocido como el HDL, que , en principio no tiene tantas repercusiones en la formación de arterioesclerosis, y, el llamado “colesterol malo” ó LDL, que, a diferencia del primero, que proviene de la dieta, éste último se produce por la disolución de los acúmulos grasos del organismo, es decir, de la liposlisis, éste es fuertemente aterógeno, tanto que va a producir y a contribuir a la formación de placas de ateromas y/o a la formación de arteroesclerosis. Y es el que debe ser regulado a través de la dieta, y, si ésta fracasa, a través de medicamentos, en la que se pierda peso sin ser de forma excesiva, se dice que una de las reglas en dietética es que no se debe perder más de 5kg al mes, con ello estamos seguros que existe la pérdida, suficientemente asumible por el metabolismo, y, por lo tanto, la repercusión en el daño orgánico debe ser mínima.

Uno de los trastornos de la obesidad es el aumento de los triglicéridos, que son otras grasas menos aterógenas que el colesterol, pero que también suponen un trastorno motivado por la excesiva ingesta de grasas.

Otro parámetro a tener en cuenta, en relación con la obesidad, es el ácido úrico, existe aumento de ácido úrico en la sangre cuando éste supera los 7mlgr %. Se debe, en la mayoría de los casos, a un aumento de la ingestión de las llamadas “purinas”, sustancias derivadas de las proteínas, y cuyo tratamiento sería la reducción de la ingesta de carne, mariscos y alcohol.

Su aumento en sangre va a dar lugar al depósito articular de cristales de ácido úrico, es la llamada “gota”, y que, fundamentalmente se da en el primer dedo de los pies, pero que también puede ser extensiva a otros niveles como codo, rodilla, manos, etc….

La gota, se caracteriza por una inflamación de las articulaciones afectadas, con dolor, enrojecimiento, calor y pérdida parcial de la movilidad de dicha articulación. El tratamiento debe ser, fundamentalmente a través de una dieta restrictiva en todos aquellos alimentos que la producen.

Para el control del colesterol y triglicéridos, la dieta debe ser limitada en las llamadas “grasas saturadas”, que son aquellas de origen animal.

Asimismo, existen otras grasas llamadas “insaturadas” y “poliinsaturadas”, de origen vegetal, ricas en ácidos grasos omega tres y que son las que van a prevenir la aparición o a disminuir las placas de ateromas a cualquier nivel del territorio vascular periférico e incluso central.

Así pues, la llamada “dieta mediterránea”, rica en grasas poliinsaturadas, como son los aceites de oliva y de girasol, son las que van a ayudar a una mejor conservación del estado del sistema circulatorio, previniendo los depósitos de grasas vasculares.

Concluyendo, el tratamiento de la obesidad, considerándola como una patología, es a través de la dieta personalizada y a través del ejercicio físico, debiendo ser tratada como una enfermedad por las consecuencias en la calidad y en la expectativa de vida del paciente obeso.



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