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6 - Historia contemporánea

6 - Historia contemporánea
6 - 1 - Introducción
6 - 2 - Olvido
6 - 3 - Desde finales del siglo XIX
6 - 4 - Éxodo
6 - 5 - Resurgimiento

Castilla-La Mancha contemporánea

Autores: Isidro Sánchez Sánchez
Ilustraciones: Dibujos Ortega
Fuente: Miguelturra en red, número 2

6 - 1 - Introducción

Parece razonable y conveniente enmarcar la visión histórica de Miguelturra que ahora se presenta en esta estupenda revista, gracias a una interesante iniciativa, en su ámbito natural, en el devenir histórico contemporáneo de la región de Castilla-La Mancha.

Muchas cosas han cambiado, afortunadamente, en las últimas dos décadas en la región y, aunque persisten problemas, resulta evidente la mejora en todos los ámbitos. Pero lo que interesa resaltar al enfrentarnos con nuestra historia de los siglos XIX y XX es el cambio de tendencia, la especie de resurgimiento, que con la formación de nuestra Comunidad Autónoma al amparo de la Constitución de 1978, se produce respecto a una situación caracterizada en gran medida por dos palabras: el olvido y el éxodo.

Ese cambio es bien visible en la región, repito, a pesar de la pervivencia de problemas, aunque algunos sectores políticos no lo quieran reconocer. Miguelturra, población rural y tradicionalmente subsumida en el sector primario puede simbolizar muy bien los avances acaecidos. El importante crecimiento de población (más del cuarenta por ciento en la última década), la positiva evolución económica, el espectacular aumento de las actividades culturales, la preocupación medioambiental, el desarrollo urbanístico, la dotación de servicios, el desarrollo de importantes proyectos (parque industrial, magnetita, aro...), que están colocando a la localidad en sintonía con la revolución científico-técnica y la sociedad de las comunicaciones, son evidentes exponentes de los significativos e importantes cambios positivos que han tenido lugar.
 

imagen alusiva a Castilla-La Mancha contemporánea
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 6 - 2 - Olvido

La revolución liberal marcó decisivamente la orientación de nuestra región en los siglos XIX y XX, en la época contemporánea. Sus tierras serían ejemplo de un espacio eminentemente agrícola, poco poblado, mal comunicado, a pesar de ser cruzado por las principales vías del país, pésimamente dotado de servicios y con una clara incapacidad para adaptarse a los nuevos tiempos. En suma, sería el ejemplo de región pobre, desvertebrada, poco desarrollada, dependiente y subordinada política, social y económicamente a intereses demasiadas veces ajenos a ella. Con esas características ha resultado relativamente fácil olvidar a esta región durante mucho tiempo ángel Ramón del Valle Calzado ha estudiado los procesos de desamortización y sus trabajos muestran cómo en las provincias de Albacete, Ciudad Real, Guadalajara y Toledo, con la excepción de Cuenca, un reducido número de miembros de la burguesía madrileña adquirió la mayor parte de la superficie, mientras que un gran número de compradores, generalmente de las capitales de provincia y las poblaciones más importantes de la región, controlaron muy poca extensión de tierra.

Esa burguesía absentista no ayudó a superar el olvido. Por el contrario, en la mayor parte de las ocasiones colaboró en la formación de un tejido de redes caciquiles que consiguieron la subordinación política de la población y, consecuentemente, su dependencia social y económica.
 
 6 - 3 - Desde finales del siglo XIX

La presión de las guerras coloniales en los amenes de la centuria decimonónica sobre la población la sufrían principalmente los desfavorecidos, los más pobres. Las zonas rurales más deprimidas, como nuestras provincias, fueron los principales graneros que sirvieron para nutrir el esfuerzo recolector de mozos de la Administración, cuyo objetivo era formar un ejército que sirviera para defender meros intereses privados muchas veces enmascarados como nacionales. Ello, unido a la crisis agrícola y a otros factores, produjo el descontento generalizado. 

En la región, la situación fue tan delicada que llegó el estallido social, con el desarrollo de motines de subsistencia por doquier en aquel lejano 1898. Fue quizá un primer momento, ahogado con rapidez por las autoridades, de lucha contra el olvido. Era la respuesta posible en aquellos años, dada la escasa articulación social en general y del movimiento obrero en particular, como ha estudiado, Rafael Villena Espinosa. 

En los lustros finales del XIX y los primeros del XX, hubo un importante desarrollo del sector vinícola que mejoró algo la situación económica y social. Mas, a pesar de ello, la situación de las clases más pobres siguió siendo muy mala y el recurso a los motines fue la forma de luchar contra el olvido. Periódicamente, se producían motines que, en la mayoría de las ocasiones, no servían más que para mostrar la desesperación e impotencia de una población con ínfimas condiciones de vida. Los historiadores cada vez los están describiendo en mayor cantidad, pero se puede recordar sólo el de Tarancón, en abril de 1919, cuando la intervención de la fuerza armada causó la muerte de nueve personas, una de ellas guardia municipal, y heridas a una veintena más. 

La guerra de Marruecos seguía desangrando a los sectores más pobres del país y la Dictadura de Primo de Rivera al menos acabó con aquella pesadilla. Durante aquellos años, además, la crisis, como resultado de la filoxera, llegó también al sector vinícola de la región, lo que supuso un empeoramiento de la situación social. 

La proclamación de la Segunda República creó unas lógicas expectativas iniciales. Lo que María Paz Ladrón de Guevara ha llamado la esperanza republicana derivó, a pesar de las indudables realizaciones, hacia una sensación, una vez más, de impotencia, incluso, como ha recordado ángel Luis López Villaverde, en la "Covadonga del resurgimiento derechista español", es decir, en Cuenca. 

Después, tras la insurrección militar llegó la guerra civil, que posibilitó en pocos días, según han estudiado Francisco Alía y Manuel Requena, lo que los sectores sociales más desfavorecidos esperaron durante muchos años: la revolución económica y social. Así, como muestra más llamativa, las colectividades de servicios, industriales y, sobre todo agrarias, se extendieron por toda la región potenciadas por UGT y CNT.
 
 6 - 4 - Éxodo

Pero sólo fue como un espejismo. El triunfo nacionalista en la guerra civil, que permitió hacer tabla rasa con el pasado más próximo, dio paso a un largo período dictatorial presidido por el general Franco y que tuvo para nuestra región unas especiales repercusiones negativas. Llegó durante una larga posguerra el hambre y la feroz represión desencadenada contra componentes de los partidos de izquierda y de los sindicatos.

La posguerra representó en ella, como ha escrito Manuel Ortiz Heras, una homogeneización en negativo. Todos los indicadores muestran el considerable retroceso que conocieron nuestras cinco provincias respecto a la media nacional. Los prebostes de la Dictadura consiguieron, con su actuación, incrementar los desequilibrios regionales. Era la época de las "fidelidades inquebrantables", de los poderes absolutos, de la represión generalizada y, además, en el caso de nuestra región, llovía sobre mojado. La consecuencia no podía ser más que el éxodo, que también retratara el pintor José Ortega, sobre todo durante las décadas de los cincuenta y los sesenta. La incidencia negativa del flujo migratorio se hizo sentir en toda la región, aunque más intensamente en Cuenca y Guadalajara. 

No se trata ahora de ofrecer más cifras, pero la baja del porcentaje que significaba la población regional respecto al total nacional resulta suficientemente ilustrativo sobre la cuestión. En 1950 era del 7,21 por ciento y en 1981 se había reducido hasta el 4,31. Las personas que emigraron sumaron cifras escalofriantes y dirigieron sus pasos principalmente hacia la Comunidad Valenciana, Madrid o Cataluña. Además, los que se marchaban eran en gran medida los jóvenes, los que tenían mayor capacidad para trabajar y procrear, los que mayores posibilidades tenían de iniciar proyectos o cambiar situaciones.
 

imagen alusiva al éxodo
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Saldos migratorios por provincias y décadas (1941-1980) 

Provincias 1941-1950 1951-1960 1961-1970 1971-1980 total 1941-1980
Albacete 21.100 74.200 83.900 30.900 210.100
Ciudad Real 19.900 63.200 142.000 68.600 293.700
Cuenca 30.500 57.900 92.000 39.900 220.300
Guadalajara 14.400 34.400 42.900 9.700 101.400
Toledo 9.700 64.400 97.600 30.600 202.300
Castilla-La Mancha 95.600 294.100 458.400 179.700 1.027.800


 
 6 - 5 - Resurgimiento

Nuestra Constitución de 1978 posibilitó, gracias a su título VIII, la constitución de Castilla-La Mancha como preautonomía primero y después como comunidad autónoma tras la aprobación de su Estatuto en 1982. Han pasado ya casi veinticuatro años de la aprobación de la Constitución y cerca de veinte desde que se sancionó el Estatuto de Autonomía, y seguimos el camino entre las esperanzas y las dificultades. Incluso la identidad regional, lógica y prácticamente inexistente a comienzos de los ochenta, se ha incrementado de manera considerable.

La evolución desde entonces puede ser considerada como positiva, con logros importantes en todos los sectores, achacables, sin duda, a los habitantes de la región. Frente a los detractores a ultranza de ese desarrollo, a los que consideran que todo va mal, a los nostálgicos del pasado, que para la región fue de olvido y éxodo, hay que decir que en Castilla-La Mancha siguen existiendo problemas, qué duda cabe, pero también que se han cumplido objetivos imprescindibles y se han conseguido avances importantes.

Es la vivificación que se extiende por su tierras. Es la savia que vuelve a correr por unos conductos que el tiempo había obturado en muchos casos. Es la sangre, cauterizadas las heridas del olvido, que vuelve a fluir por las venas de una región que ha visto invertirse la tendencia. Afortunadamente, ha llegado para estas tierras, gracias a la acción de sus habitantes, la renovación, el retoñecer, el renacimiento, la regeneración, el resurgimiento.