Información sobre cannabis y efectos secundarios sobre nuestro organismo.
Mecanismos de acción de los cannabinoles.
Los cannabinoles no pueden identificarse propiamente como sedantes-hipnóticos ni como alucinógenos, puesto que comparten acciones comunes de cada uno de estos grupos. Los cannabinoles parecen actuar, por sus propiedades lipofílicas al igual que los anestésicos generales, interfiriendo de una forma inespecífica con las membranas celulares.
Paralelamente los cannabinoles también producen sustanciales alteraciones en los principales sistemas de neurotransmisión central, principalmente en aquellos situados en la región del sistema límbico del cerebro, sistema responsable de la regulación del comportamiento emocional.
Aunque interfieren en la velocidad de síntesis no producen cambios importantes en los índices basales de noradrenalina y dopamina, incrementan el tono serotoninérgico y algunas acciones del comportamiento son debidas a efectos de tipo anticolinérgico.
La principal forma de consumo de cannabis es por vía pulmonar. Tras inhalar el humo de un cigarrillo de marihuana los efectos son casi inmediatos, debido a que los principios activos se absorben rápida y eficazmente a causa de la elevada liposolubilidad de los cannabinoles.
Se viene a absorber entre el 50% y el 70% del principio activo presente en la preparación. Los efectos alcanzan su punto máximo entre los 30 minutos y 1 hora, y vienen a durar alrededor de una a tres horas. Vía oral la absorción es más lenta e incompleta, se requieren de una a tres horas para que se desarrollen al máximo los efectos, aunque la duración de éstos es considerablemente mayor, unas 8 horas.
Tras el ingreso del THC (delta-9- tetrahidracannabinol) en el organismo los niveles plasmáticos declinan rápidamente, apreciándose un fenómeno de redistribución, sólo una pequeña proporción de THC pasa al sistema nervioso, el resto pasa al pulmón, al hígado y principalmente al tejido adiposo donde se almacena y se elimina lentamente.
Una semana después de fumar un porro permanece en el organismo entre un cuarto y un tercio del THC inhalado, encontrándose algún resto meses después.
El THC se metaboliza principalmente en el hígado por el sistema microsomial, aunque también puede metabolizarse en otros lugares como el SNC y la mucosa del intestino delgado.
De dicho proceso de metabolización se producen gran variedad de metabolitos entre los que cabe destacar el 11-hidroxi-THC, sustancia con actividad farmacológica parecida a la de su precursor el THC, y posiblemente responsable de la mayoría de los efectos en los consumidores crónicos. Otro metabolito de relevancia es el cannabínol, aunque éste se produce en pequeñas cantidades.
ACCIONES FARMACOLÓGICAS.
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Efectos sobre el Sistema Nervioso.
En primer lugar hay que destacar que la respuesta farmacológica a la cannabis depende, por un lado, del tipo de preparación y su riqueza en cannabinoles, de las dosis utilizadas, de la forma de administración (inhalaciones prolongadas, por ejemplo), de las circunstancias metabólicas del individuo y del uso conjunto de otros fármacos (como el alcohol).
También hay que tener en cuenta que los efectos del cannabis también están supeditados a factores como la personalidad, expectativas y experiencia del individuo consumidor, así como las circunstancias (lugar, ambiente, amigos) bajos las que se realiza la experiencia. Se ha demostrado que los individuos experimentados presentan una elevada reactividad al placebo, de forma que existe un grado de irrealidad en la autovaloración de los efectos de una dosis determinada de cannabis.
Las influencias de las expectativas individuales es un factor importante en la acción de de cualquier fármaco psicoactivo; pero en el caso del cannabis, el ambiente y los factores socioculturales, sobre todo en el consumo de dosis bajas, puede modificar sustancialmente los efectos de esta droga.
Tanto la marihuana como el hachís tienen, al igual que el alcohol, propiedades depresoras, y su efecto está marcado por un sentimiento de euforia y bienestar así como de relajación proveniente del mismo tipo de desinhibición inducida por el alcohol.
Pero además posee algunas características propias que le asemejan a los alucinógenos, ya que no sólo pueden alterar el estado de ánimo y los sentimientos sino también las percepciones.
Cantidades de cannabis 5-10 veces superiores a las necesarias para producir euforia, pueden afectar la percepción visual auditiva así como la apreciación subjetiva del tiempo y del espacio, es común entre los consumidores de cannabis oír como el tiempo parece pasar más despacio.
A dosis grandes pueden aparecer cambios llamativos a nivel de la percepción como distorsiones visuales o pseudoalucinaciones, sin que puedan catalogarse como verdaderas alucinaciones químicas del tipo de las que produce el LSD.
Por tanto se puede decir que la cannabis sólo es una sustancia alucinógena en circunstancias muy excepcionales, ante sujetos con una predisposición determinada y tras el consumo de dosis muy elevadas o conjuntamente con algún otro fármaco.
A nivel cognitivo e intelectual el consumo de cannabis produce trastornos en la memoria inmediata y disminución de la capacidad de realización de determinadas funciones (como aquellas en las que interviene el tiempo de reacción, la formación conceptual, el aprendizaje, la coordinación motora perceptual, la capacidad de atención y la detección de señales o estímulos).
Los consumidores se vuelven torpes, tienen dificultades en formar conceptos, y en entender lo que leen, así como en fijar la vista sobre objetos en movimientos, en sentarse bien erguidos o en controlar los movimientos de sus manos, estos efectos pueden persistir más de cuatro horas después de haber fumado, interfiriendo con la realización de muchas actividades, siendo este aspecto de toxicidad conductual uno de los más peligrosos que se derivan del consumo de cannabis, porque son responsables de multitud de accidentes de tráfico y de accidentes laborales.
A nivel neurológico, la cannabis produce una disminución de la fuerza muscular, estudios realizados con dosis elevadas de THC por vía oral han demostrado la aparición de hiperreflexia, movimientos anormales, incoordinación, ataxia (alteración del curso ordenado de los movimientos sin paralización de los músculos), y nistagmus (rápidos movimientos involuntarios de vaivén del globo ocular).
También cabe destacar las propiedades anticonvulsionantes de algunos cannabinoles, debido a sus propiedades depresoras sobre el sistema nervioso central. En cuanto a la posibilidad de lesiones orgánicas cerebrales por consumo de cannabis los datos de estudios actuales no parecen apoyar esta hipótesis, no observándose la presencia de cambios macroscópicos relevantes en los grupos de consumidores crónicos examinados.
Por otra parte se han demostrado efectos analgésicos y antipiréticos del THC en animales de experimentación, con la administración de dosis elevadas.
Un aspecto de notable interés y de actual trascendencia clínica es la actividad antiemética del THC, de todas las propuestas terapéuticas de la cannabis propuestas, la más consistente y la que cuenta con estudios clínicos más convincentes, es la del uso en pacientes oncológicos (enfermos de cáncer) con el fin de reducir las náuseas y vómitos inducidos por el tratamiento quimioterapéutico.
Efectos sobre otros sistemas.
Los cannabinoles y principalmente el THC, ejercen una acción inespecífica en el árbol bronquial de tipo broncodilatadora, el efecto broncodilatador del THC ha despertado interés por sus posibles implicaciones terapéuticas, de forma que se ha ensayado con relativo éxito en pacientes asmáticos y en diversos tipos de broncoespasmo, aunque tras varias semanas de consumo continuado, el efecto broncodilatador del THC desarrolla tolerancia.
Sin embargo hay que resaltar que los efectos indeseables que se derivan de la principal y forma más usual forma de consumo de cannabis (vía pulmonar) revisten mucha más trascendencia que los posibles efectos beneficiosos mencionados anteriormente.
El consumo crónico por inhalación disminuye la capacidad vital y altera los principales signos de funcionalismo pulmonar, pudiendo dar lugar a bronquitis, trastornos obstructivos y tos crónica, contribuiría a ello además el hecho de que la cannabis se fuma conjuntamente con tabaco y que la técnica de inhalación suele ser más agresiva (inhalaciones más profundas y prolongadas, y humo más caliente por el hecho de compartir el cigarrillo).
Tras una dosis única aguda de cannabis, la respuesta farmacológica más prominente a nivel cardiovascular es la aparición de taquicardia leve, a dosis muy elevada puede llegar aparecer bradicardia (actividad cardiaca lenta).
Sobre la presión arterial no se han observado efectos relevantes, aunque en algunos sujetos parece alterarse, lo que constituye un peligro serio para aquellos individuos con hipertensión, arteriosclerosis, cardiopatías o arritmias.
Otro de los efectos farmacológicos que tras la administración de cannabis suele aparecer siempre es una dilatación de los vasos sanguíneos conjuntivales y de la esclerótica que da lugar a un enrojecimiento característico que no tiene relación alguna con el efecto irritativo directo del humo.
También hay que destacar que la cannabis actúa en muchos casos como un estimulador del apetito, destacando una especial apetencia por los dulces, parece ser que esto es debido a que el THC consume glucosa.
Sobre los efectos del consumo de cannabis en la función reproductora los datos no son concluyentes, parece ser que el consumo inhibe la producción de hormonas masculinas, en el mismo grado que lo hace el alcohol y los opiáceos, también existen estudios que sugieren que la cannabis inhibiría de forma reversible la espermatogénesis, pero, por ahora, no hay datos suficientemente amplios que nos permitan llegar a una conclusión definitiva.
En cuanto a las propiedades afrodisíacas de la cannabis cabe decir que estas son meramente subjetivas, derivadas de la acción desinhibidora de la droga y de sus efectos en la percepción en general (apreciación de que el tiempo se enlentece).
Hay que resaltar que aunque dosis pequeñas de cannabis, en ciertas personas, pueden incrementar el interés sexual, su consumo continuado, a dosis elevadas, puede inhibir el deseo sexual en sujetos predispuestos.
Efectos Psicológicos.
A veces el consumo de cannabis puede conllevar efectos psicológicos graves a corto plazo, algunos consumidores se vuelven asustadizos y confusos, otros agresivos y desconfiados, las reacciones paranoides son frecuentes y pueden aparecer ataques de pánico, aunque éstos suelen tener poca duración , generan en el sujeto un nivel de ansiedad importante, y a los consumidores les sobreviene un miedo a perder el control. Generalmente se trata de los consumidores menos experimentados y más jóvenes.
Por otra parte, algunos estudios sugieren que el consumo de cannabis puede dar lugar a la aparición del llamado "síndrome amotivacional", que se caracteriza por el desarrollo de fenómenos de apatía, regresión, fantasismo, infantilismo, relajación en el estilo de vida, pérdida de interés por los estudios, por el trabajo remunerado, por el progreso, en general se podría decir pérdida de las motivaciones convencionales.
Como otros muchos aspectos del consumo de cannabis, la afirmación de la aparición de este síndrome en consumidores crónicos esta todavía supeditada a posteriores investigaciones.