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Dentro de nuestra sección costumbres populares, donde reflejamos las costumbres, orígenes y supersticiones sobre elementos cotidianos de nuestra vida diaria a lo largo de la historia.

El Domingo: sus orígenes y costumbres tradicionales aún no tan perdidas.

Como es sabido, la semana de siete días es de origen egipcio, de donde acaso tomó la noción el libro bíblico del Génesis. Los egipcios dedicaron los días a cada uno de los astros conocidos, distribuyéndolos desde el más alejado al más próximo en dos grupos.

Ese mismo orden conservó la semana latina: Saturno, Júpiter y Marte; y Sol, Venus, Mercurio y Luna. Posteriormente, y por influjo judío, el día dedicado a Saturno pasó a denominarse ‘sábado’, del hebreo sabbath = descanso.

Tras el triunfo del cristianismo, el día del Sol cambió de nombre; de dies solis a dies domini, día instituido por el emperador Constantino en el siglo IV como el más importante de la semana, y sobre el que recayeron las mismas obligaciones que regían para el sábado judío: día dedicado al Señor.

De hecho el término deriva del latín dominus, de donde dominicus = relativo al señor. Entre los refranes antiguos se conserva este: ‘a la que cosa en domingo, el diablo le enhebra la aguja’. Quien trabaja ese día, todo lo que en él hiciere le saldrá mal. Es buen día para que el enfermo inicie su convalecencia, y para planear negocios, aunque debe observarse un horario determinado:
Las horas de la tarde son buenas para recibir gente importante.
De once a doce de la mañana para trabajar con el clero.
De ocho a nueve de la mañana, para tratar con gente de leyes.
Con ancianos, es bueno tratar de diez a once.
Con mujeres, de siete a ocho de la mañana, o de nueva a diez de la noche.
Para el juego, la mejor hora es de seis a siete de la tarde.

Aunque es buen augurio nacer ese día, no se debe enterrar a nadie en domingo, o habrá en breve otro muerto en la familia. También se cree que los sueños no tienen valor en domingo.

En el ámbito rural castellano se consideró antaño nefasto que San Juan – 24 de junio – cayera en domingo; si eso sucedía, muchos vendían bueyes y mulas y se aprovisionaban de grano, teniendo por cierto el refrán que asegura: ‘cuando en domingo cae San Juan vende tus bueyes y compra pan’.