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Artículo e imagen de Isidro Sánchez; artículo publicado en www.miciudadreal.es el 20 de octubre de 2017.

Baños de los Hervideros del Emperador, primera parte.

La sequía deja al pantano del Vicario bajo mínimos y permite ver los restos de los Baños del Emperador o de Trujillo, en la margen derecha del rió Guadiana, cerca de Peralvillo, en el término municipal de Miguelturra y entre los puentes de la carretera nacional 401 y del AVE. Fuera del lecho del pantano se distingue la antigua Casa de Baños y desde ella hasta la zona de baños encontramos las huellas de una pasarela de unos doscientos metros, de la que quedan las piedras volcánicas sustentadoras, que permitía el acceso aunque las aguas subieran de nivel.

Hoy pueden avistarse las ruinas de dos piscinas con graderías, una mayor, en forma de ele, y otra más pequeña, protegidas por un muro para aislar. En ambas es posible contemplar la erupción de los borbotones dentro del agua. Todo en la zona inundable del pantano. Desde luego, merece la pena una visita antes de que las aguas vuelven a anegar los vestigios.

Los Hervideros del Emperador comienzan a funcionar en 1847, con un baño grande, de forma semicircular, un baño pequeño, de "figura oblonga", y unas aguas de clase acídulas ferruginosas, comparables a las de "Fuensanta de Pozuelo" (Anuncio de los baños nuevos titulados Hervideros del Emperador, 1847). Se suman a los ya existentes en la provincia.

Años después, el corresponsal en Ciudad Real de El Clamor Público (9.6.1852) cita unos baños nuevos con excelentes resultados en los años que llevan "en concurrencia". Se alude a un impreso, publicitario en exceso, con el análisis de sesenta casos de diversos padecimientos. Se han curado almorranas, caries en los huesos, debilidades en las piernas por distintas causas, dolores reumáticos, erisipela, erupciones de la piel, escorbuto, flujos blancos y sanguíneos en las mujeres, fracturas, herpes, impedimento en la respiración nasal, jaquecas, males de ojos, opilaciones, padecimientos del estómago y vientre, parálisis, perlesía, picazón en la piel, sarna, tumores escrofulosos y blancos, úlceras y otras afecciones "sostenidas por un vicio sifilítico". Una especie de purga de Benito, ungüento amarillo o virgen de Lourdes.

En 1853 se citan varios análisis de sus aguas en la prensa. Y lo llamativo es que a veces hay tanto gas ácido carbónico que, en días de tiempo nublado y revuelto, los bañistas tienen que salir del agua por no "poder sufrir el tufo" (Gaceta Médica, 30.4.1853). También se hace la prueba de introducir monedas de plata en los baños y a los cuatro o cinco días se han vuelto negras.

Precisamente, en 1853 el doctor en medicina Pedro María Rubio edita el Tratado completo de las fuentes minerales de España y al referirse a los Baños Hervideros del Emperador indica la existencia de un manantial, que toma su nombre del cercano molino del Emperador. La fuente se forma con un "solo é imponente hervidero", gracias al cual el agua brota con bastante fuerza, "suministrando un caudal que llena en el espacio de tres horas un estanque en que se pueden bañar de 20 á 25 personas".

El agua mana, según se escribe, clara y cristalina, inodora, con gusto acidulo térreo y pastoso; deposita un precipitado blanco, lo que tiene el efecto de formar una telilla blanquecina. En la obra se alude a los ensayos realizados por José Torres, director de los Hervideros de Fuensanta, que muestran el contenido siguiente: gas ácido carbónico disuelto (bastante cantidad), carbonato cálcico (mucha), carbonato magnésico (alguna), cloruro cálcico (alguna), cloruro sódico (alguna) y Materia orgánica (bastante).

El dueño de la finca, Ramón Trujillo, vecino de Ciudad Real, construye un baño cuadrado, en el que caben unas 25 personas, con buena gradería, un espacioso anden, con alto cercado y varios útiles compartimientos que "le hacen más cómodo y decente que los Hervideros de Fuensanta, tan dignos de mejora". No obstante, la situación del manantial, en la margen del río, no permite que allí se levante casa de hospedaje, aunque está a 1.500 o 2.000 varas, en terreno elevado y a propósito.

El Tratado muestra la importancia del fenómeno de las aguas minero-medicinales en la provincia de Ciudad Real. Las localidades con agua mineral son 31, sólo detrás de Guipúzcoa, provincia que cuenta más localidades de aguas minerales conocidas, con 55. En cuanto a manantiales están registrados en la provincia un total de 52. También se recogen datos de los baños que tienen dirección facultativa oficial, con las denominaciones de entonces: Baños de Fuencaliente, Baños de Navalpino, Baños de Puertollano, Hervideros de Fuensanta y Hervideros de Villar del Pozo.

Y, por otra parte, los que no cuentan con ella: Baños de Piedrabuena, Fuente de la Nava, Fuente de las Nieves (Bolaños de Calatrava), Fuente de Valdepeñas, Fuente de Valdespina (Valdepeñas), Fuente del Baño de Calzada de Calatrava, Fuente del Diezgo (Aldea del Rey), Fuente del Peral (Valdepeñas), Fuentes de Alameda de Cervera, Hervideros de Carrión (Carrión de Calatrava), Hervideros de Fontillesgo (Almagro), Hervideros de Granátula (Granátula de Calatrava), Hervideros de la Fuente del Cura (Pozuelo de Calatrava), Hervideros de Saladilla o de la Celadilla (Pozuelo de Calatrava), Hervideros de Villafranca (Pozuelo de Calatrava), Hervideros del Chorrillo (Pozuelo de Calatrava) y Hervideros del Emperador (Miguelturra).

Los Baños del Emperador continúan su monótono funcionamiento, aunque, de vez en cuando, generan alguna noticia. Como la que varios periódicos nacionales recogen en septiembre de 1868 (Por ejemplo, La Correspondencia de España, 16.9.1868). A finales de agosto, un padre de familia cae al agua desde un caballo de enea, con el que intenta aprender a nadar. De las personas que hay en el baño en ese momento sólo sabe nadar el sacerdote Bruno Guerrero, que se lanza al agua y consigue "sacarle a la orilla y librarle de una muerte cierta".